Se trata de una patología que actualmente afecta a un porcentaje algo mayor del 4% de la población en España. Sin embargo, los conocimientos sobre la misma no están muy extendidos.
Consiste en un estrechamiento, ya sea permanente o funcional, producido en la vía aérea superior. Puede afectar a varios niveles de esta vía y se presenta con una notable vibración sobre las paredes de la faringe, que se convierte en lo que conocemos como ronquidos.
Mientras dormimos, se produce una relajación de los músculos de las vías respiratorias y esto se traduce, en ocasiones, en una mayor dificultad para que el aire pase de forma normal a la altura de la faringe.
El problema no supone, en la mayoría de los casos, una molestia durante el sueño para la persona que lo padece, pero sí para las personas que conviven con ella. No obstante, como veremos, sí se traduce en síntomas que pueden afectar a la salud propia.
Existen muchos casos en los que se producen pausas de respiración de duración variable. Estas pausas son lo que se conoce como “apnea” y suelen intercalarse entre los ronquidos. Dependiendo del intervalo de tiempo de las mismas, tienen mayor o menor importancia.
¿Qué síntomas puede tener la apnea del sueño?
- Interrupción del sueño: debido a los parones momentáneos de la respiración, se produce un descenso del nivel de oxígeno en sangre. Esto genera una alerta en el cerebro, que se encarga de enviar estímulos para tratar de resolverlo. La consecuencia es fragmentaciones del sueño, que suelen ser tan cortas que no se recuerdan a la mañana siguiente.
- Somnolencia: deriva del punto anterior. Las mencionadas interrupciones hacen que no se consiga una buena higiene del sueño. Por tanto, pese a no recordar estos episodios, sí se observa una somnolencia progresiva que se va acentuando si no se pone remedio a la patología.
- Cansancio crónico: los desencadenantes son los dos puntos anteriores.
- Alteraciones en el estado de ánimo: puede afectar gravemente a la vida, tanto social como laboral, incluso aumenta el riesgo de sufrir algún accidente.
- Dolores de cabeza frecuentes.
- Disminución del apetito sexual y disfunción eréctil.
- Hipertensión arterial.
- Enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo se puede tratar?
Hay algunos consejos prácticos que se pueden incorporar para tratar de mejorar la apnea del sueño:
- Si se observa que el ronquido se produce con mayor asiduidad al dormir boca arriba, es conveniente intentar acostarse en una posición distinta, siendo de lado la más recomendada.
- Evitar el alcohol por la tarde-noche, dado que actúa como relajante de la musculatura de la faringe. Como hemos visto anteriormente, esta es la causante de que se produzcan las vibraciones que se traducen en ronquidos.
- Evitar sustancias que resequen la mucosa, como ciertos medicamentos o el tabaco.
- En ocasiones puede ayudar la elevación de la cabecera de la cama, unos 45 grados. Dormir en una posición en la que la persona esté más incorporada puede disminuir el problema.
Por otro lado, existe una solución avanzada que se ha comprobado mediante diversos estudios que consigue un alto porcentaje de eficacia.
Se trata de la utilización de un dispositivo intraoral, confeccionado específicamente por un odontólogo, para generar un adelantamiento mandibular temporal.
Es una férula diseñada exclusivamente para el paciente en cuestión, que adelanta la posición de la mandíbula durante las horas de sueño. De este modo, se evita la obstrucción de las vías respiratorias a la altura de la faringe, y por tanto se disminuye la frecuencia e intensidad de los ronquidos y episodios de apnea.
Es una solución para aquellas personas que padecen roncopatía y apnea del sueño leves y moderadas, que han probado previamente las recomendaciones posturales y otros tratamientos mediante la dieta, y que no han obtenido resultados satisfactorios.
