Calle Guillem de Castro 57 / entrada por Angel Guimerá 1

Muelas del juicio

Una de las más frecuentes causas de visita al dentista son las molestias provocadas por las muelas del juicio. Es habitual que muchos pacientes sientan dolor a intervalos, siendo más o menos fuerte en función del caso particular.

Aunque a temporadas el dolor da una tregua, este vuelve a aparecer y se prolonga durante un tiempo. Y así podemos estar durante años.
No obstante, el hecho de que el dolor sea cíclico y desaparezca, no es motivo para darle menos importancia y no pedir cita con el dentista para que revise la zona y diagnostique si es necesario aplicar algún tratamiento.

Las muelas del juicio son cuatro (en la mayoría de los casos): dos superiores y dos inferiores. Se denominan también tercer molar porque ocupan el último puesto entre los molares, son las más atrasadas.

¿Cuándo se forman las muelas del juicio?

Su formación en el interior de los huesos maxilares comienza muy pronto, alrededor de los nueve años de vida. Tardan varios años en completar su desarrollo y posteriormente, tras la adolescencia suelen comenzar su salida al exterior, hacia la cavidad bucal.
No obstante, existen muchos casos en los que no se produce esta erupción y las muelas del juicio no llegan a aparecer nunca.

En los casos en los que sí se hacen visibles, necesitan tener espacio para comenzar a crecer de forma vertical y trabajar del mismo modo que los primeros y segundos molares.

El problema viene cuando, por algún motivo estructural en la boca del paciente, las muelas del juicio no tienen el suficiente espacio para crecer de manera natural. En este caso, su erupción se vuelve un inconveniente para el resto de dientes y, por tanto, para la salud bucodental.

¿Qué ocurre cuando hay carencia de espacio suficiente para el correcto crecimiento de las muelas del juicio?

Si el hueco que queda tras los segundos molares para el desarrollo de las muelas del juicio es insuficiente, se produce una inclusión dentaria. Es decir, que los terceros molares se quedan dentro, sin poder salir a la superficie, pero ejerciendo una presión constante sobre el resto de dientes.

Esto puede ocasionar diversos inconvenientes:

  • Desgaste del segundo molar: debido a la mencionada presión que ejercen las muelas del juicio al tratar de realizar su erupción, chocan contra el molar que está situado delante de las mismas y pueden llegar a desgastarlo hasta el punto de romperlo.
  • Aparición de caries: como ya sabemos, la caries se genera debido a la proliferación de placa bacteriana en os dientes y encías. Si las muelas de juicio no tienen un desarrollo normal y se quedan atrapadas, quedarán huecos que provocarán dificultades para mantener una higiene dental adecuada en esa zona.
  • Infecciones: ocasionadas por el mismo motivo, huecos entre los molares que ocasionan una penetración de bacterias. Esto puede traducirse en enfermedad periodontal.
  • Cefaleas: como ya vimos en el artículo anterior, en el que hablábamos del bruxismo, en los movimientos de la boca están involucrados el ATM y los músculos que rodean la mandíbula y parte del cráneo. La presión continua de un diente que no consigue salir, puede generar dolores de cabeza frecuentes.
  • Desestructuración de las piezas dentales: la fuerza que ejercen las muelas del juicio atrapadas sobre los segundos molares, provoca un efecto dominó. Es decir, que el resto de dientes también se ven afectados por dicha presión, que puede derivar en apiñamientos y desalineación de algunos o todos ellos.

Conclusión

En conclusión, es importante llevar a los niños y adolescentes periódicamente al dentista. Uno de los motivos es prevenir la aparición de las muelas del juicio y controlar que su desarrollo sea el correcto.

Un seguimiento de la evolución de la dentadura desde pequeños, es vital para adelantarse a los acontecimientos y prever posibles problemas que puedan ocasionar los terceros molares.

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